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Mujer frente a su computadora con expresión de agotamiento, preguntándose por qué me levanto cansada y sin energía.

¿Duermes bien, pero despiertas cansado? Conoce las causas

Cada día, muchas personas se despiertan preguntándose por qué me siento débil, sin fuerzas y con sueño, a pesar de haber dormido toda la noche. Se acuestan temprano, descansan las horas recomendadas y no notan nada fuera de lo normal mientras duermen.

Aunque muchas veces se culpa al ritmo acelerado o al estrés cotidiano, no prestar atención a estas señales podría estar encubriendo una causa real. Si no se identifica y se trata, puede terminar afectando tanto la salud física como el bienestar emocional.

¿Por qué me siento cansado y sin energía? 6 posibles causas

No basta con dormir cierta cantidad de horas si ese tiempo no es realmente reparador. La mala calidad del sueño puede pasar desapercibida, pero sus efectos se sienten desde el momento en que uno se levanta: agotamiento físico, dificultad para concentrarse o sensación de no haber descansado. 

Diversos factores pueden estar afectando el descanso profundo sin que la persona lo sepa. Entre los más comunes se encuentran:

1.- Apnea del sueño

La apnea del sueño es un trastorno respiratorio que provoca pausas repetidas en la respiración durante la noche. 

Estas interrupciones, conocidas como apneas, impiden que el aire fluya con normalidad hacia los pulmones, lo que disminuye los niveles de oxígeno en el cuerpo. Como respuesta, el cerebro activa breves interrupciones del sueño para restablecer el ritmo normal de respiración. 

Aunque la persona no siempre los recuerde, estas interrupciones fragmentan las fases profundas del descanso, lo que impide que el sueño sea verdaderamente reparador.

Hay tres tipos principales de apnea del sueño, y cada uno tiene causas diferentes:

  • Apnea obstructiva del sueño (AOS) es la más común y ocurre cuando las vías respiratorias superiores se bloquean parcial o totalmente, generalmente por relajación muscular excesiva, factores anatómicos como una mandíbula retraída o acumulación de tejido en el cuello. 
  • Apnea central del sueño (ACS), se produce cuando el cerebro no envía correctamente las señales para mantener una respiración constante durante el sueño. 
  • Apnea compleja del sueño (CompSA), una combinación de ambas y puede aparecer en personas que comienzan tratamiento con CPAP para apnea obstructiva, pero desarrollan apneas centrales. 

La apnea del sueño no siempre se detecta fácilmente, y muchas personas pueden convivir con ella durante años sin saberlo.

2.- Insomnio oculto

El insomnio oculto, también conocido como insomnio subclínico, es otro trastorno del sueño que puede pasar desapercibido, ya que no presenta los síntomas típicos del insomnio, como dificultad para conciliar el sueño o despertares prolongados. 

En estos casos, la persona aparentemente duerme las horas recomendadas, pero el descanso no es continuo ni profundo, lo que impide que el cuerpo y el cerebro se recuperen adecuadamente.

Este tipo de insomnio se caracteriza por microdespertares, sueño fragmentado o superficial, y dificultad para mantener las fases más restauradoras del sueño, como el sueño de ondas lentas (N3) o la fase REM. 

A pesar de dormir entre siete u ocho horas, el descanso resulta insuficiente, y esto se manifiesta en el día a día como fatiga persistente, problemas de concentración, irritabilidad, falta de motivación y una sensación constante de no haber descansado. 

Según la Sleep Foundation, la fragmentación del sueño puede afectar su calidad, incluso si la duración total parece adecuada. 

3.- Síndrome de las piernas inquietas

El síndrome de las piernas inquietas (SPI), también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno neurológico caracterizado por una necesidad irresistible de mover las piernas, especialmente durante periodos de reposo o inactividad, como al estar sentado o acostado. 

Esta urgencia suele ir acompañada de sensaciones incómodas descritas como hormigueo, ardor, picazón, tirones o una sensación de electricidad en las extremidades inferiores. 

Estas molestias tienden a empeorar por la tarde o noche y se alivian temporalmente al mover las piernas, lo que puede interferir con la capacidad de conciliar y mantener el sueño. 

Las causas exactas del SPI no siempre son claras, pero se ha identificado una relación con desequilibrios en la dopamina, un neurotransmisor clave en el control del movimiento muscular. 

Además, factores como la deficiencia de hierro, el embarazo, ciertas enfermedades crónicas (como la insuficiencia renal) y el uso de algunos medicamentos pueden desencadenar o agravar los síntomas. 

4.- Síndrome de fatiga crónica

El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica, es una enfermedad compleja que se caracteriza por un cansancio intenso que no mejora con el descanso y que empeora con el esfuerzo físico o mental. 

Este agotamiento no se explica por otras condiciones médicas y puede durar seis meses o más.

Además de la fatiga persistente, muchas personas con SFC presentan alteraciones en el sueño. Es común que tengan un sueño poco reparador, despertares frecuentes o dificultad para alcanzar las fases más profundas del descanso. 

Estos problemas agravan otros síntomas como el dolor muscular, la dificultad para pensar con claridad y la falta de concentración.

5.- Estrés nocturno

El estrés nocturno se manifiesta cuando la mente permanece activa y en estado de alerta durante la noche, dificultando la transición hacia un sueño profundo y reparador. 

Esta hiperactivación mental puede deberse a preocupaciones, ansiedad o pensamientos recurrentes que impiden la relajación necesaria para conciliar el sueño. 

El sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de “lucha o huida”, se mantiene activo, liberando hormonas como la adrenalina y el cortisol, lo que aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial, interfiriendo con el proceso natural del sueño.

Esto puede provocar despertares frecuentes o en una sensación de sueño superficial, llevando a que la persona se despierte sintiéndose fatigada y sin haber descansado adecuadamente.

Además, el estrés crónico puede alterar los ritmos circadianos, desincronizando el reloj biológico interno y exacerbando los trastornos del sueño.

6.- Alimentación poco adecuada o consumo de cafeína

La alimentación en las horas previas al sueño también influye en la calidad del descanso. Cenas muy pesadas, ricas en azúcares, grasas o comidas picantes pueden interferir con el proceso digestivo durante la noche, generando molestias, reflujo o interrupciones en el sueño.

Además, el consumo de cafeína, incluso seis horas antes de acostarse, puede retrasar la conciliación del sueño y disminuir el tiempo de descanso profundo. 

Muchos productos que se consumen por la tarde (bebidas energéticas, chocolate, té negro o verde) contienen cafeína sin que siempre se tenga presente. 

Este estímulo al sistema nervioso central puede mantener al cuerpo en estado de alerta cuando debería estar relajado, impidiendo un sueño verdaderamente reparador.

Hombre dormido con la boca abierta en posición supina, posible signo de apnea del sueño y descanso no reparador.

¿Qué hacer si me despierto cansado y sin ganas de hacer nada a diario?

Cuando despertar con cansancio y falta de energía se vuelve cotidiano, lo primero que se debe hacer es observar con atención los hábitos de sueño. 

Muchas veces, sin darnos cuenta, adoptamos costumbres que afectan la calidad del descanso: usar pantallas hasta tarde, cenar alimentos pesados, dormir en un ambiente ruidoso o irregular, entre otros. Analizar estas conductas puede ofrecer pistas valiosas para identificar qué está interfiriendo con el sueño reparador.

Un buen punto de partida es mejorar la higiene del sueño. Esto implica establecer horarios regulares para acostarse y levantarse, limitar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de dormir, crear un entorno tranquilo y oscuro en la habitación, y evitar estimulantes como la cafeína en horas cercanas a la noche. 

Llevar un registro diario de síntomas, como la hora en que se duerme, la calidad del sueño percibida, episodios de despertares, nivel de energía al despertar y estado de ánimo durante el día, puede ayudar a detectar patrones y facilitar el trabajo clínico en caso de necesitar atención médica. 

Hombre con expresión de fatiga al despertar en la cama, posible señal de sueño no reparador o mala higiene del sueño.

¿Cuándo acudir con un especialista?

Si, a pesar de haber hecho ajustes en los hábitos de sueño, el cansancio sigue presente o va en aumento, es importante considerar la intervención de un médico especialista. 

El cuerpo suele manifestarse cuando el descanso no está siendo realmente efectivo, y aprender a identificar esas señales puede evitar consecuencias mayores. Las principales señales son:

  • Fatiga persistente sin una causa aparente
  • Somnolencia excesiva durante el día, incluso tras dormir varias horas
  • Ronquidos fuertes y frecuentes
  • Pausas en la respiración mientras se duerme
  • Dificultad recurrente para conciliar o mantener el sueño
  • Despertares con sensación de alerta, confusión o falta de aire
Paciente consulta a un médico sobre fatiga persistente y problemas de sueño que podrían requerir evaluación especializada.

La apnea del sueño no diagnosticada: una causa común y subestimada

Muchas personas tienen apnea del sueño y no lo saben, ya que sus síntomas pueden pasar desapercibidos o confundirse con otras molestias cotidianas. Esto hace que, en muchos casos, no se diagnostique a tiempo. Sin embargo, dejarla sin tratamiento puede afectar la salud a largo plazo. 

Por eso, es importante conocer sus síntomas y entender sus posibles consecuencias:

Síntomas comunes de la apnea del sueño

Aunque no todas las personas con apnea de sueño presentan los mismos síntomas, los más comunes son:

  • Ronquidos fuertes y frecuentes
  • Pausas en la respiración durante el sueño, a menudo notadas por otra persona
  • Despertares con sensación de ahogo o falta de aire
  • Sequedad en la boca o dolor de cabeza al despertar
  • Somnolencia excesiva durante el día, incluso después de dormir varias horas
  • Irritabilidad o cambios de humor sin causa aparente
  • Dificultad para concentrarse o pensar con claridad
  • Sensación de cansancio persistente desde el inicio del día

Consecuencias a largo plazo de la apnea del sueño

Las principales consecuencias de la apnea del sueño no tratada incluyen:

  • Aumento del riesgo de hipertensión arterial
  • Mayor probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares 
  • Alteraciones metabólicas y mayor riesgo de diabetes tipo 2
  • Dificultades cognitivas, como problemas de memoria, atención y procesamiento mental
  • Cambios en el estado de ánimo, incluyendo ansiedad o depresión
  • Disminución de la calidad de vida y del rendimiento diario

¿Cómo se diagnostica la apnea del sueño?

El diagnóstico de la apnea del sueño comienza con una evaluación clínica por parte de un médico especializado, quien suele comenzar con una entrevista detallada y, en algunos casos, cuestionarios validados para identificar síntomas compatibles con este trastorno.

Cuando los indicios lo justifican, se recomienda realizar un estudio de sueño. El más completo es la polisomnografía, un examen que se lleva a cabo en un laboratorio del sueño y registra múltiples variables fisiológicas durante la noche, como la actividad cerebral, los niveles de oxígeno, la frecuencia cardíaca, movimientos musculares y patrones de respiración. 

Estos estudios permiten determinar la frecuencia e intensidad de las pausas respiratorias, así como clasificar la gravedad del trastorno y definir el tratamiento más adecuado.

¿Cuál es el tratamiento para la apnea del sueño?

El tratamiento para la apnea del sueño debe adaptarse a cada persona, ya que varía según la causa y la gravedad del problema. 

En los casos más leves, es posible mejorar los síntomas haciendo cambios en el estilo de vida, como dejar de consumir alcohol por la noche, evitar dormir boca arriba, mejorar los hábitos de sueño y mantener un peso saludable. Estas medidas pueden ayudar a reducir las interrupciones respiratorias durante el descanso.

Cuando la apnea es moderada o severa, el tratamiento más utilizado y efectivo es el CPAP, un dispositivo que proporciona aire a presión constante a través de una mascarilla para apnea del sueño. Esto mantiene abiertas las vías respiratorias durante toda la noche, permitiendo un sueño continuo y reparador. 

En algunos casos, también se pueden considerar intervenciones quirúrgicas si hay una obstrucción anatómica que lo justifique. 

Sea cual sea el tratamiento, es esencial contar con un seguimiento médico continuo para evaluar su efectividad, hacer ajustes si es necesario y asegurar una buena calidad de vida a largo plazo.

Mujer dormida con mascarilla CPAP, tratamiento utilizado para apnea del sueño que mantiene abiertas las vías respiratorias.

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No normalices despertar cansado

Despertar todos los días con fatiga, sin energía o con la mente nublada no es algo normal. Cuando el descanso deja de ser reparador, es momento de prestar atención. Aunque muchas veces se pasa por alto, este tipo de cansancio persistente puede ser una señal de que algo no está funcionando bien durante la noche.

Escuchar a tu cuerpo, revisar tus hábitos de sueño y buscar orientación profesional son pasos clave para mejorar tu calidad de vida. 

Y si ya has sido diagnosticado con apnea del sueño, en Remify podemos ayudarte a recuperar tu descanso. Contamos con equipos y mascarillas CPAP que se adaptan a diferentes necesidades, para que dormir bien vuelva a ser parte de tu rutina diaria.

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